Ya es casi una certeza que en algún momento habrá un aumento del flujo de contenedores de China hacia la USWC cuando reinicie su economía, pero nadie sabe cuándo sucederá esto y qué tan respaldadas estarán las cadenas de suministro estadounidenses para afrontar tal desafío. Por ahora, solo se sabe que el mercado de carga se está desacelerando y que China solo está empeorando las cosas.

Los volúmenes de contenedores fuera de China han caído un 31% desde el 6 de abril. FreightWaves estima que las importaciones chinas actualmente representan al menos el 16% del volumen transportado por camiones en EE.UU. y aunque actualmente los inventarios están en máximos históricos, podrían agotarse rápidamente, tal como sucedió en 2020. Además, que mientras más tiempo se mantengan los bloqueos en el país asiático, mayor será el impacto en la producción y distribución interna de EE.UU.

Mientras tanto en China, se estima que actualmente unos 300 portacontenedores esperan un sitio de atraque. Pero este no es el único segmento del mercado marítimo que sufre los embates del caos logístico, puesto que también esperan atracar unos 500 buques graneleros que transportan piezas de maquinaria, componentes, minerales metálicos y granos; commodities destinados al consumo interno del país asiático, pero que también desempeñan un papel vital en las cadenas de suministro de fabricación chinas.

A estos problemas se debe sumar la gran cantidad de contenedores vacíos con destino a fábricas chinas que esperan ser transportados tierra adentro vía camión, flujo que se ha visto extremadamente dificultado, provocando la interrupción del flujo de suministros a las fábricas y, como consecuencia, de las exportaciones.

¿Cuánto tiempo llevará descargar y transportar estas commodities hasta las fábricas? Nadie sabe. y dado que China posee una economía opaca, no existen datos fidedignos sobre la situación sobre el terreno.

La política Cero Covid

Desde los primeros días de la pandemia de COVID-19, China ha aplicado su política de Covid Cero para evitar que la COVID se propague entre su población. Actualmente, bajo esta directriz, el país asiático mantiene bloqueadas a dos de sus tres ciudades más grandes: Shanghái, gran centro de finanzas y Guangzhou, una gran ciudad manufacturera. Estas ciudades poseen el primer y el cuarto puerto más grande del mundo, respectivamente, y combinados manejan casi tres veces la cantidad de carga que EE.UU. importa cada año.

Si bien este enfoque tuvo méritos en los primeros días, cuando se desconocían los riesgos del virus y no se comprendía cómo se propagaba, en 2022, ha dado muestras de inefectividad, más aún dos años después y miles de millones de dosis de vacunas que han permitido que los países occidentales vuelvan a abrirse.

Es así como, a principios de abril, la Cámara Europea envió una carta al viceprimer ministro chino, Hu Chunhua, en la que argumentaba que la variante Ómicron estaba "planteando nuevos desafíos que aparentemente no pueden superarse aplicando la vieja caja de herramientas de las pruebas masivas". La carta, firmada por Wuttke, añadía que tales medidas estaban aumentando los costes sociales y económicos de la pandemia.

Sin embargo, el periódico del Partido Comunista chino, Global Times, rechazó la postura de la Cámara Europea, afirmando que "el desprestigio tendencioso contra la política china de salvar vidas era contraproducente".

El gobierno chino no ha mostrado hasta ahora ninguna señal de abandonar la estrategia defendida por su Presidente, Xi Jinping, incluso cuando los nuevos datos mostraron que los bloqueos han comenzado a dañar la economía.

Por su parte, el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de China dijo que impulsaría la reanudación de la producción en las principales fábricas de Shanghái, al tiempo que intentaba garantizar la fluidez de las cadenas de suministro. La ciudad anunció entonces un plan para permitir a algunas empresas reanudar sus operaciones, aunque no había un calendario.

Sin embargo, en medio de esta incertidumbre puede darse un punto de inflexión, porque a diferencia de 2020, el resto del mundo está abierto y será menos tolerante a las interrupciones de suministros, por lo que optarán por la compra de bienes en mercados alternativos o, por últimos, dejarán de comprar.

Por otra parte, aspectos como la necesidad de emisiones de carbono más bajas, de mayor confiabilidad y de plazos de entrega más cortos favorecen más a la contratación local a la hora del rearme y relocalización de las cadenas de suministro globales que irán dejando atrás las redes ampliamente distantes y dispersas.

El fin de la dependencia de China no sucederá de la noche a la mañana y no todas las industrias retrocederán, pero está sucediendo y los bloqueos más recientes solo acelerarán este desplazamiento.

Fuente: MundoMaritimo