Trabajos en el puert o de Lianyungang en ChinaSuperando todas las previsiones, el comercio exterior de China se disparó en agosto pese al impacto global del coronavirus y los brotes de la variante Delta que estallaron en este país en julio, que paralizaron el importante puerto de Ningbo-Zhoushan. Controlados en un mes gracias a los confinamientos y análisis masivos, la “fábrica global” ha vuelto a la producción a toda máquina.

Mientras sus exportaciones subieron un 25,6% interanual hasta llegar a 294.300 millones de dólares (247.779 millones de euros), las importaciones lo hicieron un 33,1% y ascendieron a 236.000 millones de dólares (198.690 millones de euros), según muestran los datos de las aduanas chinas publicados este martes. Dichos incrementos fueron superiores a los registrados en julio, cuando las exportaciones crecieron un 18,9% y las importaciones un 28,7%.

Tan abultadas cifras han sorprendido a los economistas, que se esperaban unas subidas bastante menores no solo por los brotes del coronavirus en China, sino también por los repuntes en otras partes del mundo y el cuello de botella que están sufriendo algunos sectores. De hecho, la producción industrial china y las ventas al por menor se contrajeron en julio, lo que hacían augurar un mal mes de agosto que, finalmente, no ha tenido lugar.

La recuperación de la demanda en Occidente, gracias al fin de las restricciones y a la vuelta a la normalidad que están trayendo las vacunas, han espoleado las exportaciones chinas, sobre todo de artículos de consumo, muebles y electrónica. Otro dato sorprendente ha sido su venta al extranjero de coches pese a la escasez de microchips que vive esta industria. A todo ello se suma también que muchas fábricas chinas empezaron en verano a recibir los pedidos para la campaña de Navidad, animados por el consumo que ha aflorado en Estados Unidos y Europa después de meses de ahorro durante lo peor de la pandemia.

Por otra parte, el aumento del coste de los recursos y las materias primas, como el hierro, petróleo y carbón, están detrás del auge de las importaciones. Por la confianza de los consumidores que indican, las ventas al por menor siguen renqueantes en China y se teme que los rebrotes del verano asusten aún más a los consumidores de aquí a finales de año.

A la espera de la evolución de la pandemia en otoño, el superávit comercial de China ya ha subido un 17,8% interanual entre enero y agosto, sumando 2,3 billones de yuanes (305.000 millones de euros), según informa la agencia Xinhua. Aunque en agosto se redujo un 1% hasta los 58.300 millones de dólares (49.115 millones de euros), con EE.UU. se amplió un 10% y ascendió a 37.700 millones de dólares (31.760 millones de euros).

El año pasado, China fue la única gran economía que consiguió crecer, hasta un 2,3%, tras el tremendo impacto que tuvo el estallido de la pandemia del coronavirus en Wuhan, que obligó a parar el país los tres primeros meses. Tras atajar la epidemia con medidas draconianas y estrictos controles, como el cierre de fronteras, el gigante asiático se aferra a su política de “Covid 0” para seguir enganchado a la senda del crecimiento, cada vez más separado políticamente de Occidente pero, como se ve, no comercialmente.

Fuente: ABC