Durante, las dos últimas semanas se han multiplicados los reportes de prensa referidos a los brotes de COVID y de la variante Ómicron en ciudades en torno a grandes puertos de China como Ningbo, Dalian, Tianjin y Shanghái, donde se ejecutan cuarentenas que involucran a millones de personas, testeos igualmente masivos y cierres de fábrica bajo la draconiana política de "Cero COVID". Suficiente despliegue como para hacer temblar a los actores de las cadenas de suministro que dependen de los productos fabricados y exportados por el país asiático.

Lars Jensen, uno de los analistas imprescindibles del sector marítimo, destacó en su cuenta de Linkedin algunos datos que permitirían dimensionar los hechos que ocurren en China. Advierte que con Tianjin reportando 117 nuevos casos (13 de enero), además de los 2 casos de Ómicron que ahora se detectan en Dalian, también residencia de un importante puerto de contenedores, "el potencial de interrupciones del suministro solo sigue aumentando".

Agrega que, en Tianjin, a pesar de que el puerto está abierto, hay un impacto en la cadena de suministro que se refleja en "la suspensión de la recogida de contenedores de importación, la reducción de las horas de ingreso y la restricción de las entregas de camiones", incluso cita informaciones que señalan que Toyota debió dejar inactiva su planta local "debido al [impacto de la situación] en los proveedores". Volkswagen no se quedó atrás y el 13 de enero debió cerrar tanto una planta de vehículos como una fábrica de componentes debido al brote, añade.

¿Qué tan grave es esto realmente? Se pregunta en un posteo (también en Linkedin), Jon Monroe, analista de la industria marítima, portuaria y logística. Responde al respecto que: "Bueno, cada vez que alguien contrae COVID es grave. Pero sabíamos esperar un confinamiento dondequiera que ocurrieran infecciones por COVID en China. Y prácticamente sabíamos que ocurrirían, simplemente no sabíamos dónde".

Explica que China ha recorrido un largo camino desde los días de cierre del puerto de Yantian y que el gobierno chino tiene su guión definido ante  el COVID, el cual incluye la titánica realización, si es necesario, de pruebas a 13 millones de personas, incluso a ciudades enteras y que, por lo tanto, se puede seguir esperando que el gobierno siga siendo estricto, especialmente cerca de Beijing hasta después de que terminen los Juegos Olímpicos de Invierno (Que se realizarán del 4 al 20 de febrero).

¿Oportunidad para EE.UU.?

Sin embargo, pese a la magnitud de los eventos y de las preocupaciones, el analista indica que    "Personalmente, no me preocupan los retrasos en China". De hecho, va más allá y plantea que esto podría ser aprovechado en el otro extremo del océano Pacífico, en la USWC, puntualmente en los atribulados puertos de Los Ángeles y de Long Beach.

Según describe, el 14 de eneros ambos puertos solo contaban con la mitad de las cuadrillas necesarias para trabajar un buque. "Escucho que aproximadamente 1/3 de la comunidad de drayage está enferma de COVID en el sur de California, donde la situación es mucho peor de lo que nadie puede imaginar".

"¿Podemos imaginar un momento en el que tengamos 150 buques esperando un atraque? A nuestro ritmo actual, podríamos ver ese tipo de números". Expone.

China con dudas, pero avanza

Sin embargo, la potente musculatura comercial de China, le ha permitido seguir avanzado, pese a un escenario adverso y lleno de incertidumbre. Es así como, según reporta SCMP, el superávit comercial de China con el resto del mundo aumentó un 29% en 2021 respecto al año anterior, hasta los US$67.640 millones, el más alto desde que se empezaron a llevar registros en 1950, según los datos aduaneros chinos publicados el 14 de enero.

El superávit comercial de China alcanzó el nivel más alto de su historia el año pasado. Frente a EE.UU. también alcanzó un récord a favor de US$396.5 millones en 2021, en medio de una prolongada rivalidad entre las dos mayores economías del mundo. El año pasado, también registró un aumento del 57,4% en su superávit comercial anual con la Unión Europea.

"A medida que otros mercados se enfrentan a la reducción de la producción a la luz del aumento de los casos [Ómicron], los fabricantes chinos probablemente puedan mantener su cuota de mercado global", dijo Erin Xin, economista de HSBC.

En todo el año 2021, las exportaciones de China crecieron un 29,9%, en términos interanuales, mientras que las importaciones lo hicieron en un 30,1%, según los datos oficiales. En diciembre, las exportaciones crecieron un 20,9% y las importaciones un 19,5%, ambos ralentizando las tasas de crecimiento de noviembre.

Julian Evans-Pritchard, economista senior de China en Capital Economics, aseguró que la reimposición de algunas restricciones, junto con un aumento (en otras latitudes) de la gente que se queda en casa en medio del avance de la variante Ómicron, "podría seguir beneficiando a los envíos de productos electrónicos de China, que aumentaron un 18,1% el mes pasado, en términos interanuales".

Triple amenaza contra China  

Sin embargo, en China están conscientes que esta bonanza no se mantendrá siempre. Li Kuiwen, portavoz de las aduanas chinas, aseguró que "de cara a este año, el comercio se enfrenta a una creciente incertidumbre, inestabilidad y desequilibrio. La economía china se enfrenta a una triple presión, que incluye la contracción de la demanda, las perturbaciones de la oferta y el debilitamiento de las expectativas".

Por su parte, Lu Ting, economista jefe para China de Nomura, también prevé que el crecimiento real de las exportaciones chinas se acerque a cero este año, señalando factores como una elevada base de comparación con 2021; un cambio en el consumo exterior de bienes duraderos a servicios a medida que más países optan por "convivir con el COVID"; y una caída natural de la demanda de bienes duraderos.

Fuente: MundoMarítimo